Por Walter Sánchez Silva
11 de agosto de 2022 / 12:40 p. m.
El P. Mauro Carlorosi, sacerdote argentino del Oratorio de San Felipe Neri y miembro de la Academia Internacional de la Divina Misericordia en Cracovia, explica por qué la Iglesia Católica prohíbe lanzar las cenizas de los muertos al mar, conservarlas en casa, usarlas para plantar árboles o hacer adornos con ellas.
El marco de la reflexión del sacerdote es la Instrucción Ad resurgendum cum Christo sobre la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de cremación, publicada por el Vaticano en 2016.
El texto del Vaticano explica que “la Iglesia sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos, porque con ella se demuestra un mayor aprecio por los difuntos; sin embargo, la cremación no está prohibida, ‘a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana’”.
En declaraciones a ACI Prensa, el P. Carlorosi resalta que “para nosotros católicos es tan importante enterrar a los muertos que se ha constituido como una de las tradicionales obras de misericordia corporales, ya desde el Antiguo Testamento y mucho más luego de Cristo”.
“Es una buena obra a los ojos de Dios porque representa el verdadero amor a Dios y al prójimo”, agrega.
“Amor a Dios porque es atender a un hijo suyo, porque es como hacerlo a Cristo mismo que fue sepultado; y es amor al prójimo difunto porque honra su cuerpo y alma, sobre todo con la oración; da testimonio de esperanza en la vida eterna a todos e invita a reflexionar sobre la muerte y el sentido verdadero de la vida”, destaca el sacerdote.
El P. Carlorosi indicó a ACI Prensa que si bien la cremación está permitida, está ahora “muchas veces ligada a prácticas paganas que desconocen lo fundamental de la fe católica sobre el cuerpo y el alma humanos”.
“El hombre ha sido creado cuerpo y alma y, por lo tanto, también es redimido cuerpo y alma. Además, por la gracia, el ser humano, en cuerpo y alma es templo del Espíritu Santo. Y, luego de la muerte, el cuerpo resucitará, se volverá a unir con su alma”, explica el sacerdote.
“No hay una concepción del hombre tan elevada y esperanzadora, tan positiva tanto para esta vida como para la otra”.
El sacerdote precisó luego que “solo el decaimiento de la fe y la gran ignorancia sobre esta dignidad humana puede hacer entender que hoy se elija cada vez más la cremación para fines paganos como esparcir las cenizas y hacer trivialidades”.
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En opinión del P. Carlorosi, “el uso injustificado de la cremación responde a una concepción que hoy se tiene sobre el cuerpo humano”, y refleja “el pensamiento que hoy se tiene sobre Dios”.
El experto en la Divina Misericordia indicó que “reside en la cremación injustificada una visión vacía de sentido trascendente que concibe al hombre como un simple individuo con capacidad de producir, consumir y gozar pasajeramente para luego ‘perecer’ como los animales y que no debe ‘molestar’ con sus restos mortales”.
“Una sociedad que en muchos aspectos es post-cristiana, y con tupé de racionalidad para no creer en Cristo, sin embargo, no tiene problemas en creer que un difunto puede convertirse en planta o esparcir su espíritu en la energía cósmica. Sin ninguna razón válida”, lamenta el sacerdote.
El P. Carlorosi señaló además que “dentro de un tiempo la misma cremación podría quedar como anticuada si se impusiera la costumbre, también pagana, de generar con los restos mortales, lo que hoy se llama composta humana. Es decir, un ser humano convertido en abono para la tierra”.
El numeral 7 del documento del Vaticano de 2016 establece que “para evitar cualquier malentendido panteísta, naturalista o nihilista, no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma”.
También se prohíbe “la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos, teniendo en cuenta que para estas formas de proceder no se pueden invocar razones higiénicas, sociales o económicas que pueden motivar la opción de la cremación”.
El P. Carlorosi comentó también que cuando alguien pretende esparcir las cenizas al mar o hacer algún adorno, se ha alegado de Dios y es necesario que se evangelizado.
Cuando el Señor no está en la vida, advirtió, “el hombre se pierde a sí mismo y no querrá encontrar ninguna razón para respetar cristianamente los restos de los familiares”.
“Un buen católico, coherente con su fe, no puede hacer esto ya que revelaría una cosmovisión pagana de la vida y de la muerte”, precisó.
El sacerdote señaló que aparece entonces un “paganismo que considera la muerte como la fusión con la madre naturaleza (llamada también Pachamama, o energía del universo); o un regreso a un estado pre racional donde el alma se reencarna en otro cuerpo y por tanto los restos mortales no tienen más valor que una foto”.
“A la familia y a los amigos hay que amarlos, no utilizarlos, ni vivos ni muertos. Mis difuntos no son objetos de mi recuerdo personal. No nos pertenecen, son de Dios, son de la familia, tienen otro fin y necesidad. Son personas que ¡me necesitan!”, indicó el sacerdote argentino.
Los difuntos, dijo, “necesitan oración, sacrificios, penitencias, sufragios. Ese es el modo de honrar. Pero no solamente necesitan de mis oraciones, sino de todos los demás familiares y de la comunidad creyente, tanto de nuestra generación como de las próximas”.
Por eso, remarcó el P. Carlorosi, “deben estar ubicadas las cenizas en lugares sagrados y adecuados y deben ser visitados para ser recordados con la ayuda que más necesitan.
“Recordemos que un alma en el purgatorio está viva, sabe de nosotros desde Dios, y está deseando nuestra ayuda para su alma, más que un simple e ineficaz recuerdo de su cuerpo”.
El sacerdote lamentó que ahora existan funerales “donde semi-embalsaman a los difuntos con una posición que los familiares eligen para despedirse: funerales con jóvenes embalsamados en la posición de jugar a la ‘play’, o abuelas paradas con piyamas, como solían estar en la casa. Parece surrealista, pero es real”.
“Dime cómo tratas a la muerte y te diré el valor que tiene para ti la vida”, continuó el P. Carlorosi.
El sacerdote concluyó señalando que “tan importante es el tema de evitar la cremación injustificada que el documento, autorizado por el Papa Francisco, pide se nieguen las exequias a quien pidiere la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana”.
Walter Sánchez Silva es Senior writer de ACI Prensa. Tiene experiencia en investigación y cobertura de eventos eclesiales internacionales como las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) en Colonia 2005, Madrid 2011 y Río 2013; la V Conferencia General del Episcopado de América Latina en Aparecida; así como los viajes del Papa Benedicto XVI en mayo de 2007 a Brasil y en 2012 a México. Cubrió el viaje del Papa Francisco a Corea del Sur en 2014 y los Sínodos de los Obispos en el Vaticano en 2015 (sobre la familia) y en 2019 (sobre la Amazonía). Fue enviado a cubrir los estragos del terremoto en Haití en 2010 y productor de campo en locación en Buenos Aires, en 2013, del documental “Papa Francisco: El Papa del Nuevo Mundo”.
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La Santa Sede a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe ha publicado un nuevo documento en el que se recuerdan las normas sobre la sepultura de los muertos y sobre todo la conservación de las cenizas. Así, prohíbe su dispersion “en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos”.
La empresa española Europlá ha provocado controversia al ofrecer entre sus servicios esparcir las cenizas de difuntos junto a fuegos artificiales. ¿Pero un católico puede disponer ese uso para sus cenizas?
El Obispo de Aguascalientes (México), Mons. José María de la Torre Martín, recordó que las cenizas de los difuntos cremados no pueden esparcirse ni conservarse en las casas, sino que deben colocarse en un lugar sagrado como un cementerio o una iglesia.
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