No había llegado su hora – Catholic.net

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

¡Gracias, Señor por un día más! Permite que este momento de oración sea un encuentro renovador en el que ponga mi corazón a tu servicio para llevarte a mis semejantes. Te pido por mi familia, por mis amigos, por todas las necesidades que Tú bien sabes llevo en mi corazón. ¡Gracias, Señor, por estar aquí conmigo!.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 7,1-2.10.25-30

En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las tiendas. Después que sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.

Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: "¿No es éste el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene." Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: "A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado." Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Jesús se esconde porque sabe que lo quieren matar. Pero no se esconde por cobardía ni por miedo. Se esconde porque todavía tiene varias cosas que hacer y busca el modo de hacer lo más que pueda en el espacio de tiempo que todavía le queda.

Se escabulle de los judíos pero para estar después en la presencia de la gente, enseñando en el templo. Su misión sigue y hace todo de un modo eficaz. La gente ya sabe que los judíos buscan apresar a Jesús. Tan es así que algunos se empiezan a preguntar… "¿pero no es este al que quieren matar?". No es un secreto, es algo sabido por buena parte del pueblo. A Jesús lo quieren matar.

Hoy, a Jesús también lo quieren matar. Empezando por nuestra indiferencia a lo sagrado, por la poca o nula atención que prestamos a su Palabra. Por la facilidad con la que preferimos en ocasiones cualquier comodidad por encima de participar de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía y de la Reconciliación. Nuestra indiferencia, nuestra escasa atención a su voz también lo mata lentamente. ¿Por qué no nos damos cuenta de eso?

Hay sectores de la sociedad que se ufanan en destruir cualquier valor cristiano en las familias, en los jóvenes, en la misma Iglesia. A Cristo lo persiguen y mi respuesta es importante. No puedo ser indiferente ante la gran necesidad de dar testimonio de vida cristiana ante un mundo que se resiste a creer en Dios.

¿Qué quiere que haga, Señor? ¿Cómo puedo llevarte a mi familia? ¿Cómo puedo ser testigo fiel ante mis semejantes? No permitas que mi indiferencia mate tu gracia, ni que mi frialdad detenga tu corazón de bendecirme.

«Lo opuesto más cotidiano del amor de Dios, de la compasión de Dios, es la indiferencia: la indiferencia. “Yo estoy satisfecho, no me falta nada. Tengo todo, he asegurado esta vida, y también la eterna, porque voy a Misa todos los domingos, soy un buen cristiano”. “Pero, al salir del restaurante, mira para otro lado”. Pensemos en este Dios que da el primer paso, que tiene compasión, que tiene misericordia y tantas veces nosotros, nuestra actitud es la indiferencia. Oremos al Señor para que cure a la humanidad, comenzando por nosotros: que mi corazón se cure de esta enfermedad que es la cultura de la indiferencia».
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de enero de 2019, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Veré hoy de qué modo concreto puedo ayudar a quien más lo necesite de mi familia, de mis amigos o colegas de trabajo..

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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