En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Llévame, Señor, donde más necesiten de Ti. Enséñame a dejarlo todo para ponerme en camino, llevando sólo el bastón de la cruz y las sandalias de tu amor. Pon tus palabras en mi corazón y en mi boca para anunciar a todos los hombres y mujeres el mensaje que Tú les quieres predicar. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 6,7-13
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.
Y les dijo: "Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos".
Los discípulos se fueron a predicar la conversión. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Cómo nos enviaría Cristo si lo hubiera hecho en el mundo de hoy? Cambiarían de nombre las prendas de vestir y de calzado, pero todo lo demás seguiría igual. La misión es exactamente la misma: construir el Reino de Dios.
La misión de hoy, como la de aquel entonces, exige dejarlo todo. No podemos confiar en todos los recursos o habilidades que se puedan acumular. Más aún, la misión siempre significa dejarnos a nosotros mismos; sólo el que sale de sí podrá escuchar el llamado de Dios y encontrar a sus hermanos.
La misión de hoy, como hace dos mil años, consiste en predicar la conversión, curar enfermos y expulsar demonios. Sí, también es una batalla contra los demonios, luchando contra el mal con obras de bien, pero lo más importante es vencer el odio con un amor auténtico. Sólo donde reina el bien y el amor, sólo ahí reina Cristo.
Pues bien, así nos enviaría, y así nos envía, efectivamente. Porque ser cristiano, hoy como hace siglos, ya lleva en sí el llamado a una misión. Sólo hay que descubrir cómo se traduce en este día concreto.
Como nos enseña la Escritura, los profetas son enviados al pueblo en situaciones de gran precariedad material y de crisis espiritual y moral, para dirigir palabras de conversión, de esperanza y de consuelo en nombre de Dios. Como un viento que levanta el polvo, el profeta sacude la falsa tranquilidad de la conciencia que ha olvidado la Palabra del Señor, discierne los acontecimientos a la luz de la promesa de Dios y ayuda al pueblo a distinguir las señales de la aurora en las tinieblas de la historia.
(Mensaje de S.S. Francisco para la 55 Jornada de oración por las vocaciones, diciembre 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy acompañaré a alguien que vea solo o triste, dándole un poco de consuelo y viendo en él o ella a Cristo mismo que me necesita.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.