Jesús actúa en nuestro aquí y ahora – Catholic.net

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Mi alma tiene sed de Ti, Dios mío. Tu rostro busco, ¡no te ocultes!
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 7-9
En aquel tiempo, el rey Herodes se enteró de todos los prodigios que Jesús hacía y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado; otros, que había regresado Elías, y otros, que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Pero Herodes decía: "A Juan yo lo mandé decapitar. ¿Quién será, pues, éste del que oigo semejantes cosas?". Y tenía curiosidad de ver a Jesús.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Herodes deseaba ver a Jesús. Así nos puede suceder también a nosotros, pues hemos escuchado tanto de Él, que a la larga se nos figura en la mente como un personaje histórico, un sabio de la vida a ejemplo de Sócrates, Aristóteles o Platón. En otro plano quizás, aunque repitamos que Jesús es nuestro amigo, nuestra relación verdadera con Él puede estar un poco fría y lo veamos como alguien tremendamente lejano a nuestra realidad, casi como si fuera un mito.
Sin embargo, Jesús no es un mito porque es un hombre real que entró en la historia y entra en nuestra historia, y como Dios y hombre verdadero, trasciende la historia y actúa en nuestra vida, en nuestro aquí y ahora.
El gran error del cristiano es comportarse como Herodes, quedándose con lo que otros dicen de Jesús. Podemos tener muy buena disposición, querer conocerlo y escuchar lo que dice el Evangelio, pero hay que dar un paso más. Tenemos que vivir la experiencia íntima de Jesús; no sólo leer el Evangelio, sino buscar cómo me quiere hablar Dios a mí; no sólo tener buena disposición, sino reflexionar a qué me mueve el Evangelio y ponerlo en práctica.
El Jesús de la historia y el Jesús de la fe son uno solo, el Mesías, Dios y hombre verdadero que nos espera porque quiere cambiarnos la vida y llenar todo nuestro ser. Ahora es cuando decimos con el salmista: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios? (Sal 41).
Jesús no habla de un conocimiento intelectual, sino de una relación personal, de predilección, de ternura mutua, un reflejo de la misma relación íntima de amor entre Él y el Padre. Esta es la actitud a través de la cual se realiza una relación viva y personal con Jesús: dejándonos conocer por Él. No cerrándonos en nosotros mismos, abrirse al Señor, para que Él me conozca. Él está atento a cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón profundamente: conoce nuestras fortalezas y nuestras debilidades, los proyectos que hemos logrado y las esperanzas que fueron decepcionadas. Pero nos acepta tal como somos, nos conduce con amor, porque de su mano podemos atravesar incluso caminos inescrutables sin perder el rumbo. Nos acompaña Él.
(Regina coelide S.S. Francisco, 22 de abril de 2018).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Dedicaré un tiempo a orar de una forma más sencilla, hablándole a Jesús como Dios cercano que es, y no como una simple idea intelectual.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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