Fidelidad y justicia – Catholic.net

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, ayúdame a presentarme al Padre sin miedo. Ilumina mi vida para comprender que puedo ser justo/a, viviendo según tus mandamientos y disposiciones.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 5-17

Hubo en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una descendiente de Aarón, llamada Isabel. Ambos eran justos a los ojos de Dios, pues vivían irreprochablemente, cumpliendo los mandamientos y disposiciones del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos, de avanzada edad.

Un día en que le correspondía a su grupo desempeñar ante Dios los oficios sacerdotales, le tocó a Zacarías, según la costumbre de los sacerdotes, entrar al santuario del Señor para ofrecer el incienso; mientras todo el pueblo estaba afuera, en oración, a la hora de la incensación.

Se le apareció entonces el ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y un gran temor se apoderó de él. Pero el ángel le dijo: "No temas, Zacarías, porque tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu mujer, te dará un hijo, a quien le pondrás el nombre Juan. Tú te llenarás de alegría y regocijo, y otros muchos se alegrarán también de su nacimiento, pues él será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor y estará lleno del Espíritu Santo, ya desde el seno de su madre. Convertirá a muchos israelitas al Señor; irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia sus hijos, dar a los rebeldes la cordura de los justos, y prepararle así al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo".

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hoy vamos a comentar brevemente qué significa 1) ser justo y 2) la conversión del corazón.

Isabel y Zacarías «eran justos a los ojos de Dios». Muy sintéticamente diremos que existe una relación entre la justicia, la fidelidad y la fe. ¿Eran justos solo por evitar el pecado? No. Isabel y Zacarías eran justos porque vivían irreprochablemente, cumplían los mandamientos y disposiciones del Señor. No vivían de cualquier manera, sino conforme a los mandamientos del Señor. Eran justos por esperar el cumplimiento de las promesas del Señor; la promesa se cumple en sus vidas gracias a su fidelidad a los mandamientos. Tuvieron fe. Su justicia es efectiva por su fidelidad a Dios, eran fieles a la vida que el Señor les proponía vivir. No eran justos por evitar el pecado, sino por vivir en favor de Dios, por vivir bajo su mirada, pues «eran justos a los ojos de Dios».

Juan es concebido «para convertir los corazones de los padres hacia sus hijos». Los padres son Abraham y su descendencia, a quienes les fueron prometidas una tierra y la presencia de Dios. Los hijos es Israel, que ha sufrido destierro, dispersión, abandono. Juan es enviado para reconciliar la fe de los hijos con las promesas hechas a los padres; es enviado para recordar que las promesas han forjado la identidad de Israel como pueblo que espera los tiempos de Dios, pues sus caminos no son como los nuestros, sus pensamientos no son como los nuestros.

«Concediendo la vejez, Dios Padre nos da tiempo para profundizar nuestro conocimiento de Él, nuestra intimidad con Él, para entrar más y más en su corazón y entregarnos a Él. Este es el momento de prepararnos para entregar nuestro espíritu en sus manos, definitivamente, con la confianza de los niños. Pero también es un tiempo de renovada fecundidad. “En la vejez volverán a dar fruto”, dice el salmista. En efecto, el plan de salvación de Dios también se lleva a cabo en la pobreza de los cuerpos débiles, estériles e impotentes. Del vientre estéril de Sara y del cuerpo centenario de Abraham nació el Pueblo Elegido. De Isabel y el viejo Zacarías nació Juan Bautista. El anciano, incluso cuando es débil, puede convertirse en un instrumento de la historia de la salvación».
(Discurso SS Francisco, 31 de enero de 2020).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Cumples tus promesas porque escuchas nuestras plegarias. Entiendo que antes de pretender ser justo/a, debo creer que Tú eres fiel. Yo quiero serte fiel, quiero ser fiel a tus mandamientos, a tu Hijo Jesús. Quiero ser fiel al mandamiento del amor: «Ámense como yo los he amado».

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Examinaré qué entiendo por fidelidad, cómo la vivo y si debería cambiar algo.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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