¿Dónde está tu nombre? – Catholic.net

Hoy publicaremos dos Evangelios ¿Por qué? Las lecturas dependen del calendario litúrgico, y puede haber variaciones entre regiones o países (¡o incluso de una parroquia a otra en una misma ciudad!)
En muchas diócesis hoy domingo se celebra la Solemnidad de Corpus Christi, por ello presentamos aquí el Evangelio Meditado correspondiene, en otras diócesis la solemnidad se celebró el jueves pasado, así que ofrecemos el Evangelio meditado del XI Domingo de Tiempo Ordinario.

Esto no ocurre muy seguido, pero no es tampoco algo extraño.
Naturalmente nos es imposible presentar las infinitas variantes litúrgicas de cada día, pero quienes hacemos Catholic.net creemos que la ocasión merece el compartir con ustedes las meditaciones del Evangelio para las dos liturgias.
Por: H. Balám Loza, LC

 
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, vengo a tus pies para darte gracias por todo lo que has hecho en mi vida y por el amor tan grande que me has tenido. Sé que muchas veces no he sabido corresponder a tan gran misericordia y por eso, esta mañana, vengo a tus pies para ofrecerte todo lo que soy. Sé que jamás podré corresponder suficiente pero quiero darte todo lo que tengo y todo lo que soy. Pongo mi vida en tus manos para que hagas en mí lo que Tú quieras. Pídeme lo que quieras pues aquí estoy para hacer tu voluntad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 6, 51-58
En aquel tiempo, Jesús a los judíos: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del Cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar, es mi carne para que el mundo tenga vida".
Entonces los judíos se pusieron a discutir entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?".
Jesús les dijo: "Yo les aseguro: Si no comen la carne del hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come, vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del Cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Sin duda pocas veces hemos pensado en el pan o en el vino que se transforman en Eucaristía de una forma más sencilla. Al ver la hostia o el vino pensamos directamente en el gran misterio que se realiza; pensamos en la fe que debemos tener para contemplar en ese trozo de pan al mismo Dios y Señor de todo lo creado. El misterio de la Eucaristía nos puede abrumar.
Hoy bajemos la mirada un poco y pensemos en la belleza y sencillez que tuvo Cristo al escoger el pan y el vino.¿Qué pueden decirnos estos dos productos? En primer lugar, que el amor es sencillo. Cristo nos manifiesta su amor en la cotidianeidad de la vida concreta. El amor en una familia se manifiesta y crece en el calor familiar de una comida ordinaria o en lo pequeños gestos de cariño.
Otro elemento es que estos dos productos, para alegrar la mesa, tienen que pasar primero por su muerte. El trigo es triturado y las uvas aplastadas. Cristo, para manifestarnos su gran amor, se dejó triturar y aplastar como el trigo. El amor es servicio y donación, el amor pide sacrificio y renuncia. Pero el amor ve más allá y mira a una persona concreta. Cristo miró por quién se sacrificaba y no dudo en hacerlo. No dudo en pagar el precio que fuese necesario para que nosotros alcanzásemos la felicidad y la vida plena.
Un tercer elemento que podemos contemplar es la humildad. Cuando estamos a la mesa no nos preguntamos por el proceso que requiere el pan o el vino para que podamos tenerlos. Simplemente disfrutamos de ellos. Cristo quiere que disfrutemos del amor que Él nos ofrece. Quien se sabe amado no puede vivir triste, sino que debe llevar esa experiencia a los demás con su alegría. Quien ha descubierto la fuente de la vida no puede quedarse callado, sino que va y lo comparte con los demás.
"La Eucaristía, fuente de amor para la vida de la Iglesia, es escuela de caridad y de solidaridad. Quien se nutre del Pan de Cristo ya no puede quedar indiferente ante los que no tienen el pan cotidiano. Y hoy sabemos es un problema cada vez más grave.
La fiesta del Corpus Domini inspire y alimente cada vez más a cada uno de nosotros el deseo y el compromiso por una sociedad acogedora y solidaria. Pongamos estos deseos en el corazón de la Virgen María, Mujer eucarística. Ella suscite en todos la alegría de participar en la Santa Misa, especialmente el domingo, y la valentía alegre de testimoniar la infinita caridad de Cristo."
(Ángelus de S.S. Francisco, 7 de junio de 2015).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a hacer un rato de adoración para contemplar y disfrutar del gran amor que me tiene Jesús. Además, voy a hacer un acto de caridad con algún familiar enfermo o que necesite de mi ayuda, porque el amor no se puede quedar encerrado sino que tiene que transmitirse.
H. Javier Castellanos, L.C.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
"Jesucristo, concédeme ser un apóstol fiel y celoso de tu Iglesia y la gracia de poder anunciar en este día tu mensaje de salvación a aquellos hermanos que encuentre en mi camino. Que por la convicción con que viva mi fe católica y el ardor con que la transmita me convierta en fecundo conquistador de almas para el Reino. Amén." (Oraciones del Regnum Christ, Ofrecimiento de obras)
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 36; 10, 8
En aquel tiempo, al ver Jesús a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos".
Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias.
Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero de todos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: "No vayan a tierra de paganos ni entren en ciudades de samaritanos. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Dónde está tu nombre?
"Estos son los nombres de los apóstoles: Simón, Andrés, Santiago…" En esta lista también está mi nombre. Sí, mi nombre y apellido, escogido especialmente por Jesús para predicar su mensaje por el mundo.
Hoy también hay multitudes extenuadas y desamparadas. Necesitan que alguien las lleve a Cristo, el Pastor. Después de dos mil años, la cosecha sigue siendo inmensa, incluso más grande que antes. Y desde toda la eternidad, Dios me pensó y me llamó para ser un trabajador en este campo concreto: en las calles por las que camino, con las personas que conozco, inmerso en situaciones que me apelan personalmente.
Jesús hoy se vuelve a compadecer de la muchedumbre. Siendo Dios ya había visto, desde ese momento inicial, la misión que transmitía a sus apóstoles de todos los tiempos. Los apóstoles recibieron una tarea que, a su vez, debían pasar a las futuras generaciones. Pidió oraciones para que el Padre enviara más obreros, unidos por una misión divina, y Él mismo rezó diciendo: "No ruego solamente por ellos, sino también por los que creerán en mí gracias a su palabra." (Jn 17, 20) Ahí estoy incluido yo también. No dice mi nombre con los labios, pero sé que me tiene muy presente en su corazón.
Hacen falta apóstoles generosos y valientes que anuncien el Reino de Cristo. Hacen falta misioneros que vayan en busca de las ovejas perdidas. Hacen falta discípulos que consuelen el Corazón de Cristo y hagan algo por su amor. Él piensa en mí. ¿Quiero poner mi nombre en esta lista?
"Nuestro Señor Jesucristo, enviado por el Padre para redimir a los hombres, envió, a su vez en el mundo, a los doce apóstoles, para que, llenos de la potencia del Espíritu Santo, anunciaran el Evangelio a todos los pueblos, y reuniéndolos bajo un único pastor, los santificaran y los guiaran a la salvación. Con el fin de perpetuar de generación en generación este ministerio apostólico, los Doce eligieron colaboradores a los que, por la imposición de las manos, les transmitieron el don del Espíritu que habían recibido de Cristo, confiriéndoles el sacramento del Orden."
(Homilía de S.S. Francisco, 19 de marzo de 2016).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy daré testimonio de Cristo con mi alegría, buscando especialmente consolar a quien esté triste o desanimado.
Despedida para las dos Evangelios meditados
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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