Caminemos en la luz – Catholic.net

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, gracias por estar aquí y por darme la oportunidad de estar hoy delante de Ti. Has soñado largo tiempo con tener este momento de intimidad conmigo. Me has guiado amorosamente hasta aquí para demostrarme lo mucho que me amas y que siempre vas a estar para mí. Aumenta mi fe, dame la gracia de creer cada día más firmemente en tu amor y tener la certeza de que pase lo que pase, siempre estarás a mi lado. Aumenta mi confianza, dame la gracia de abandonarme a ti, de dejar en tus manos todos mis deseos, miedos, sueños, heridas, e ilusiones, teniendo por seguro que todo lo que permitas en mi vida, será porque me amas y para mi bien. Aumenta mi capacidad de acoger tu amor y dame la gracia de corresponder a él como Tú lo quieres. Ayúdame a ser para los demás un reflejo del infinito amor que les tienes de manera que crezca tu reino en la tierra, pero sobre todo en mi corazón. Amén.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 4, 12-17.23-25

Al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea, y dejando el pueblo de Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías:

Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que yacía en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció.

Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: «Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos». Y andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando la buena nueva del Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia.

Su fama se extendió por toda Siria y le llevaban a todos los aquejados por diversas enfermedades y dolencias, a los poseídos, epilépticos y paralíticos, y él los curaba. Lo seguían grandes muchedumbres venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Muy estimada alma:

Hoy has escuchado que el pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz.

Eso fue lo que sucedió cuando fui a habitar a los pueblos más allá del Jordán, y es lo mismo que sucede cada vez que me recibes en la Eucaristía; cada vez que ayudas a quien te lo pide o escuchas y socorres a quien lo necesita.

Vio una luz grande, una luz que no se apaga… ¡Esa luz era el brillo de mis ojos por el amor que les tenía a cada uno de ellos! Y es el mismo resplandor que tengo cada vez que te veo.

Quiero infundir ese resplandor en ti, quiero que seas luz para los demás, que quien te vea, sepa descubrir mi amor detrás de tu alegría.

He venido para hacer luz en tu camino y en el de tus hermanos. Confía en mí. Abandónate. Deja que sea Yo quien te guíe por en medio de la oscuridad que rodea este mundo. Sé que no eres perfecto y que todavía hay muchas sombras en tu interior, pero créeme, si tú te dejas, sacaré a relucir la luz que he puesto en ti, pues allí donde existen las sombras, es porque existe alguna luz.

Toma mi mano y déjame caminar contigo por la rivera de tu vida.

Atte. Jesús

«Jesús hoy nos pide que dejemos que Él se convierta en nuestro rey. Un Rey que, con su palabra, con su ejemplo y con su vida inmolada en la Cruz, nos ha salvado de la muerte, e indica —este rey— el camino al hombre perdido da luz nueva a nuestra existencia marcada por la duda, por el miedo y por la prueba de cada día. Pero no debemos olvidar que el reino de Jesús no es de este mundo. Él dará un sentido nuevo a nuestra vida, en ocasiones sometida a dura prueba también por nuestros errores y nuestros pecados, solamente con la condición de que nosotros no sigamos las lógicas del mundo y de sus “reyes”».
(Homilía de S.S. Francisco, 25 de noviembre de 2018).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

El día de hoy voy a buscar ser luz para los que me rodean tratando a los demás con el cariño y respeto con el que lo haría Cristo.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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