En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Espíritu Santo, me pongo ante tu presencia para adentrar en las verdades de la vida interior. Ahí quiero estar contigo, encontrar el consuelo de tu amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo, Jesús dijo: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cristo, sabes cómo me encuentro en este momento. En un corazón como el tuyo encuentro el descanso de la búsqueda de la felicidad. Ahí está el manantial de donde salen todas las gracias para el hombre, de tu corazón. Me enseñas a estar con los amigos con quienes vas de paseo por el lago, luego la convivencia con Lázaro, Marta y María. También, me muestras tu cercanía y compasión por las personas necesitadas e iluminas con tu sabiduría a los sabios de tu tiempo, en fin, siempre tienes una actitud justa para el momento, según las necesidades. Sabemos lo que pasa conmigo y, sólo en ti encuentro consuelo. Claro, que llevo cargas y, por esto, estoy fatigado y agobiado.
Me pides que aprenda de ti, que aprenda a ser humilde de corazón. Esto quiere decir que toda mi persona esté convencida del amor tan grande de un Dios como Tú, en quien puedo confiar. Tengo muchos proyectos, el ideal es muy alto y está bien para ti, me animas y motivas a llegar a su cumplimiento.
Luego, me recuerdas que la cruz de cada día es suave y ligera, así es tu yugo. Tu cruz es suave, porque tu mirada está dirigida hacia el Padre que está en el cielo. Una mirada que nos muestra a un hombre sufriente con la esperanza indestructible. La cruz es ligera porque la cargas con amor, sabiendo que, por medio de ella, muchos se salvarán. Así pues, al momento en que me pides aprender de ti, quieres decir que contemple tu rostro, y en esta contemplación, logre ver al Hijo amado donde me reflejo yo. Viéndome en Ti, viendo tu sufrimiento tomó mi cruz de cada día con el sentido de salvación. Todo lo que hoy me angustia, me entristece, me desalienta, me frustra, todo lo que me cansa es mi cruz, la cual te ofrezco, Padre, porque de tal cruz viene un sufrimiento que es un don para que muchos puedan alcanzar la salvación. Me pides aprender de ti, a participar de la salvación de mis hermanos los hombres, ¡gracias!
«El cristiano aprende a ser sacramento vivo del diálogo que Dios quiere entablar con cada hombre y mujer, en cualquier situación que viva. Por tanto, es un diálogo que estamos llamados a realizar a la manera de Jesús, manso y humilde de corazón (cf. Mt 11,29), con un amor ferviente y desinteresado, sin cálculos y sin límites, respetando la libertad de las personas».
(Discurso de S.S. Francisco, 31 de marzo de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Agradecer a alguien que me ofrece su apoyo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.